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La Semanal en Santiago y la vitrina publicitaria de Lucildo Gómez y Nelson Peralta

En la antesala de la visita presidencial a Santiago, donde el mandatario transmitirá La Semanal desde la Ciudad Corazón, se vuelve a encender un debate que en la región muchos prefieren callar: ¿quién maneja realmente la publicidad del gobierno en esta plaza? No son pocos los que señalan a Lucildo Gómez y Nelson Peralta como los grandes adjudicatarios de la comunicación oficial en Santiago. Ambos, con vínculos estrechos en los círculos del poder político, se disputan la vitrina de la propaganda gubernamental, convirtiendo la pauta estatal en un botín de uso personal más que en una herramienta para informar con transparencia. Con la llegada del presidente este lunes, la estrategia parece clara: movilizar a la mayor cantidad de comunicadores locales para llenar de flashes y titulares la agenda del Palacio. El cálculo de Gómez y Peralta es sencillo: mientras más periodistas se sienten en la sala, más fuerte se proyecta su capacidad de convocatoria. Pero detrás de esa imagen hay un detalle que muchos conocen y pocos se atreven a decir: la mayoría de los comunicadores no quiere saber de ellos. La credibilidad no se compra con contratos de publicidad ni con favores en la pauta. Se construye con respeto, con inclusión y con la certeza de que el trabajo periodístico no se convierte en rehén de intereses particulares. Y es precisamente allí donde falla esta dupla, que insiste en medir su influencia por el número de cámaras presentes y no por la calidad del mensaje transmitido. La visita del presidente a Santiago debería ser una oportunidad para abrir canales de diálogo reales entre el poder central y la prensa independiente. Sin embargo, si se mantiene la lógica del control y la manipulación, lo que se proyectará no será fortaleza, sino un espejismo de convocatoria sostenido por un aparato de publicidad cada vez má